Historial
En los últimos cuatro años Pablo Dovalo López ha invertido su tiempo y su dinero en restaurar un viejo molino que heredó de su abuela cuando él sólo contaba con tres años de edad, según cuentan, por la ilusión que ella tenía cuando yo nací, por ser el primer nieto y porque me parecía a ella en la nariz, recuerda el propio Pablo hoy ya jubilado. El “Muiño do Crego de Quintáns” como se denomina era hace unos años una construcción derrumbada e invadida por las zarzas como otros tantos molinos en el municipio de Meaño.
“La muela del Muiño do Crego echa a rodar”
Un meañés restaura la vieja construcción de un molino para crear un museo etnográfico.
Tino Hermida-Meaño/FARO DE VIGO 28.2.2000
El “Muiño do Crego” hoy está plenamente restaurado y ahora su dueño pretende convertirlo en aula didáctica o en un pequeño museo etnográfico relacionado con el mundo de los molinos. El “Muiño do Crego” está situado en el lugar de Quintáns, dentro de la parroquia de Simes pero ya lindando con Lores. Se abastece del agua de un río que baja desde el Castrove y que los documentos antiguos mencionan como río Lotar.
Pablo Dovalo, gran aficionado al mundo de los molinos hizo su propia investigación sobre la construcción. Desconozco cuando fue hecha –asegura- pero si sé que este molino ya funcionaba en 1753, y del primer propietario que tengo datos fue de un tal José González Presbítero.
Miguel Padín. A partir de aquí –continúa Dovalo- El molino fue heredado por sucesivas generaciones hasta que a finales del siglo XIX pasó a manos de Miguel Padín Laredo, un sacerdote sin cargo de parroquia y que era conocido por el “Crego de Quintáns” de ahí el nombre del “Muiño do Crego”, y de él pasó a mi abuela Carmen Méndez Padín.
El molino fue entonces un medio de vida, puesto que era de maquía lo que significa que el molinero se quedaba con una parte del grano, unos dos kilos de cada veinte que molía: esa parte era la maquía. Como tal ha funcionado hasta principios de los años 60: a él venían a moler gente de Meaño, Lores, Simes, Nantes, Dorrón o Bordones, entre otros lugares, puesto que molía con rapidez a razón de 20 kilos por hora.
Técnicamente es un molino que se cataloga “de cubo”, lo que significa que embalsa previamente el agua en un cubo de piedra que en este caso alcanza lo 6 m de altura y puede albergar con su acueducto de entrada hasta 30 metros cúbicos de agua: ésta cuando se libera origina una fuerza motriz elevada que le permite la rapidez a que hacía referencia Pablo Dovalo.
Tengo referencias escritas y orales de algunos maquileros que trabajaron aquí, las de “O Ferrolán” o “Ramón Lema”, empleados que tenían hasta dentro del molino su propia cocina y habitación, comenta nuestro protagonista.
El mundo de los maquileros que trabajaban en este molino está salpicado de curiosas anécdotas de las que según el jubilado, “las más rumoreadas eran asuntos de faldas”. Recuerda que en tiempos de pobreza donde la harina era algo apreciado, algún maquilero llegaba a perdonar la maquía a ciertas mujeres a cambio de favores sexuales; incluso hubo quién fue atrapado con las manos en la masa por los hijos del maquilero que no dudaron ni un momento en arrojar a la desafortunada mujer al río. También relata –continúa Pablo- como fruto de estas relaciones en el molino algún maquilero ya con sus 80 años cumplidos llegó a tener descendencia con una mujer de 40… y más que se podría contar.
“Ahora toca acondicionar el entorno”
Pablo Dovalo ya hacía años que le venía dando vueltas a la idea de recuperar el viejo molino pero nunca tenía tiempo para ponerse a la faena. La jubilación anticipada le vino a solucionar la cuestión y desde hace cuatro años se entregó de lleno a la labor. Aquí donde se ve –dice- llevo gastados unos tres millones y medio de pesetas, todo a costa de mi propio sudor ya que no he percibido ninguna subvención.
“Campamento rural”
Ahora pretende habilitar el entorno, una finca de 6.500 metros cuadrados para poder recibir visitas, de hecho ya han estado aquí en el verano los niños del campamento rural del Concello y también algún colegio durante el curso.
Me gustaría que esto se convirtiera en un pequeño museo donde uno pudiera la oportunidad de conocer el mundo de los molinos gallegos a la vez que pudiera degustar de un buen vino albariño o de un buen queso del país. Su afición le llevó a contactar con la Asociación “Amigos de los Molinos” que se mueve a nivel autonómico, de la qué hoy es directivo.
“Abandono”
Dovalo lamenta la situación de abandono de otros molinos del Concello. Me duele profundamente ver los otros molinos que tenemos en Meaño todos abandonados, viendo que otros concellos como Barro, Portas, Poyo, Cangas etc. Hicieron cosas maravillosas restaurando sus molinos. El Concello de Meaño no debería quedarse atrás en esto pero da sensación de que por ahora existen otras prioridades.
La muela del Muiño do Crego comienza a rodar en Quintáns. Con este son cinco los molinos que se recuperaron de alguna manera en Meaño: dos de ellos convirtiéndose en establecimientos de hostelería en Dena; otros dos en vivienda pero solamente este se concibe con una finalidad didáctica a partir del altruismo de un vecino de Meaño. Eso sí, todavía en Lores permanece intacto el “Muiño de Rial”, el único que no paró de funcionar y sigue funcionando. Los 67 molinos restantes que alberga este concello, todos ellos están abandonados o semiderrumbados. Triste final para algo tan nuestro.
Propietario actual: Pablo Dovalo López (1-4), propietaria anterior: Carmen Méndez Padin (5)